Aportaciones
Hoy en día, Wollstonecraft está considerada una de las precursoras de la filosofía feminista. Su temprana defensa de la igualdad, sus ataques al feminismo
convencional y a la degradación de la mujer fueron la antesala de la aparición del movimiento feminista. Sus ideas filosóficas y sus conflictos personales han sido considerados como importantes influencias en posteriores obras de feministas.
Wollstonecraft ha tenido lo que Cora Kaplan llama un "curioso" legado: "para ser una autora activista aficionada a muchos géneros, en el último cuarto
de siglo la vida de Wollstonecraft se ha seguido mucho más de cerca que sus escritos." Tras el devastador efecto de las Memorias de Godwin, la reputación de Wollstonecraft no gozó de muy buena salud durante un siglo; fue incluso criticada por autores como Maria Edgeworth, que claramente creó a la excéntrica Harriet Freke de Belinda (1801) a la imagen y semejanza de Wollstonecraft.
No fue hasta finales del siglo XIX cuando la escritora volvió a ser aplaudida. Con la llegada del movimiento feminista, mujeres con opiniones políticas tan diferentes como Virginia Woolf y Emma Goldman recuperaron la historia de Wollstonecraft y celebraron los "experimentos de su vida", como Woolf los llamó en un famoso ensayo. Muchos, en cualquier caso, continuaron despreciando el estilo de vida de Wollstonecraft.
Así pues, el feminismo de los 60 y 70 trajo de nuevo el éxito a las obras de Wollstonecraft. Su buen momento reflejaba el que también gozaba el movimiento feminista; por ejemplo, a principios de los 70 fueron publicadas seis biografías de Wollstonecraft que presentaban su apasionada vida así como su radicalidad y racionalidad. Wollstonecraft fue vista como una figura paradójica e intrigante que no se adhería a la versión del feminismo de 1970. En los 80 y 90 apareció una imagen diferente de la escritora, que la describía mucho más como una creación de su tiempo; intelectuales como Claudia Johnson, Gary Kelly y Virginia Sapiro mostraron la continuación entre el pensamiento de Wollstonecraft y otras ideas importantes del siglo XVIII, tales como la sensibilidad, la economía y la teoría política.
convencional y a la degradación de la mujer fueron la antesala de la aparición del movimiento feminista. Sus ideas filosóficas y sus conflictos personales han sido considerados como importantes influencias en posteriores obras de feministas.
Wollstonecraft ha tenido lo que Cora Kaplan llama un "curioso" legado: "para ser una autora activista aficionada a muchos géneros, en el último cuarto
de siglo la vida de Wollstonecraft se ha seguido mucho más de cerca que sus escritos." Tras el devastador efecto de las Memorias de Godwin, la reputación de Wollstonecraft no gozó de muy buena salud durante un siglo; fue incluso criticada por autores como Maria Edgeworth, que claramente creó a la excéntrica Harriet Freke de Belinda (1801) a la imagen y semejanza de Wollstonecraft.
No fue hasta finales del siglo XIX cuando la escritora volvió a ser aplaudida. Con la llegada del movimiento feminista, mujeres con opiniones políticas tan diferentes como Virginia Woolf y Emma Goldman recuperaron la historia de Wollstonecraft y celebraron los "experimentos de su vida", como Woolf los llamó en un famoso ensayo. Muchos, en cualquier caso, continuaron despreciando el estilo de vida de Wollstonecraft.
Así pues, el feminismo de los 60 y 70 trajo de nuevo el éxito a las obras de Wollstonecraft. Su buen momento reflejaba el que también gozaba el movimiento feminista; por ejemplo, a principios de los 70 fueron publicadas seis biografías de Wollstonecraft que presentaban su apasionada vida así como su radicalidad y racionalidad. Wollstonecraft fue vista como una figura paradójica e intrigante que no se adhería a la versión del feminismo de 1970. En los 80 y 90 apareció una imagen diferente de la escritora, que la describía mucho más como una creación de su tiempo; intelectuales como Claudia Johnson, Gary Kelly y Virginia Sapiro mostraron la continuación entre el pensamiento de Wollstonecraft y otras ideas importantes del siglo XVIII, tales como la sensibilidad, la economía y la teoría política.